¿Mi Huella de Carbono, mitiga el cambio climático?

Esta es una pregunta que muy pocos nos hacemos. Hoy en día es difícil encontrar un equilibrio entre lo natural y la actividad humana, situación que hace que a menudo, infravaloramos las consecuencias que cualquiera de nuestras actividades tiene sobre el medio en el que vivimos. Y es que el ritmo de vida de la sociedad actual es imparable. Cada día, de manera automática repetimos cantidad de acciones y procesos de manera rutinaria, desde prepararnos para salir de casa, ir al trabajo o para alimentarnos, sin pensar más allá de la propia acción que estamos desarrollando y sin cuestionarnos si nuestros hábitos de vida son o no respetuosos con el planeta, pero estos hábitos tienen asociados una carga ambiental de la que a veces no somos conscientes y que por tanto, no evaluamos desde una perspectiva medioambiental para tomar acciones correctivas que ayuden a mitigar nuestra huella de carbono.

Bajo esta premisa, definimos el término de «Huella Ecológica» que no es más que la medida del impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza, representada por la superficie necesaria para producir los recursos y absorber los impactos de esa misma actividad. 

En esta ecuación influyen, entre otros, y siendo un ejemplo claro y directo de nuestra responsabilidad ambiental, los recursos alimenticios, su producción y destino final; acciones simples como la tendencia al consumo local o consumo de productos de temporada, mitigan los efectos contaminantes. Asociado a ello, otro factor influyente clave , es el consumo desmesurado y la producción de residuos que conlleva por un lado un incremento en los combustibles y materias primas para crear los nuevos productos y por otro las labores de tratamiento de estos residuos, algunos de los cuales se reciclan, otros acaban en un vertedero y otros muchos acaban en el mar.

Huella de carbono

Según estos datos, si a nivel global no cambiamos nuestros hábitos de vida, para el 2050 necesitaremos 2,5 planetas para poder vivir en las mismas condiciones.

Este aspecto puede resultar abrumador pero es hora de tomar medidas a nivel individual que marquen el camino a seguir. En este sentido podemos aplicar la metodología de la huella de carbono para un solo individuo, de cara a conocer las alternativas viables en nuestro día a día que menor carga ambiental tienen y de este modo reducir la cantidad de Gases de Efecto Invernadero que emitimos derivados de nuestro hacer diario.

La Huella de Carbono es un indicador ambiental que pretende reflejar la totalidad de gases de efecto invernadero (en toneladas de CO2 equivalente) emitidos por efecto directo o indirecto, en este caso particular por un individuo, aunque es en general aplicado para una organización, evento o producto.

En esta huella individual quedan reflejados los impactos medioambientales derivados de nuestro día a día, incluidos el transporte que utilizamos y desplazamientos, los productos que adquirimos y el tratamiento de los desechos que generamos, la cantidad de energía y recursos que utilizamos diariamente además de cualquier actividad o evento al que se asista. 

Toda actividad y producto puede ser objetivo de cálculo de la huella de carbono, conociendo los datos y poniendo sobre la mesa las mejores alternativas al uso, seremos capaces de, a nivel individual, implantar hábitos de vida que ayuden a preservar y mejorar las condiciones actuales y futuras de nuestro planeta. Si somos conscientes, ambientalmente hablando, de los que supone nuestra actividad diaria, seremos capaces de reducir en la medida de nuestras posibilidades dichos impactos, lo que supondrá un gran paso para mitigar los efectos del cambio climático y construir una sociedad más respetuosa con su entorno, una sociedad con futuro, porque como ya todos sabemos,

EL FUTURO SERÁ VERDE O NO SERÁ.

15/03/2021